La propuesta que busca implementar un sistema de semáforo para regular la producción salmonicultora

Sistema se basaría en la elaboración de matrices de riesgo para comparar todas las ACSs entre sí, y proyectar la gestión de la actividad apuntando a la reducción de riesgos ambientales y productivos.

El Centro INCAR dio a conocer los detalles de su propuesta de un sistema de semáforo para regular la producción de salmones en Chile, el cual se basa en la evaluación del riesgo de perder calidad ambiental y salud de los ecosistemas, incluyendo la salud y bienestar de los peces en cultivo, considerando la información científica existente y disponible.

La entidad de investigación indica que «existen realidades y mitos sobre los impactos de la salmonicultura en los mares interiores del sur de Chile. La imagen pública del sector, y a menudo la oposición a la salmonicultura, está fuertemente influenciada por temores respecto a posibles impactos significativos de la actividad sobre los ecosistemas. Claramente no podemos descartar la existencia de estos impactos, que pueden puntuales, acumulativos y/o sinérgicos considerando la escala e intensidad de operación de la industria; sin embargo, los antecedentes científicos disponibles a nivel ecosistémico son en general muy escasos».

Según el Centro INCAR, los modelos que se utilizan con el propósito de estudiar la dispersión de material disuelto y particulado, es decir, fecas, nutrientes, compuestos antimicrobianos, pesticidas, entre otros, y las normativas actuales, regulan y fiscalizan los efectos que estos tienen bajo las balsas de cultivo y en el entorno espacial inmediato de cada concesión. Sin embargo, desconocemos el destino de los nutrientes que genera la producción de salmones, y no tenemos modelos validados para estimar efectos del tipo eutroficación que dañen el ambiente pelágico y comunidades bentónicas a la escala de Agrupaciones de Concesiones de Salmónidos (ACS) o de cuerpos de agua relevantes como fiordos, senos, canales, etc., lo que puede afectar la biodiversidad globalmente única de tales ecosistemas. La complejidad oceanográfica de los fiordos y canales del sur de Chile requiere que se genere más y mejor conocimiento científico considerando las particularidades de cada uno de ellos, ya que la información que se tiene en la actualidad acerca de su condición ambiental es parcial e incompleta. Por lo tanto, con el conocimiento científico existente no podemos establecer en forma directa la capacidad y límites que tienen estos ecosistemas para sostener una producción específica de salmones, ni tampoco evaluar cuanto podría crecer la producción sin generar impactos irreversibles sobre estos ecosistemas y para los propios peces en cultivo. Este límite máximo suele considerarse como la “capacidad de carga productiva” del cuerpo de agua. Si fuera posible constatar que estamos muy por debajo de esa capacidad, tendríamos la confianza de que el sector podría crecer sin causar daños significativos. De igual forma, si se pudiese evaluar a escala de ecosistemas que la capacidad de carga productiva esta excedida se debe disminuir la producción hasta niveles adecuados para la sustentabilidad ecológica y productiva.

Dado que actualmente no es posible estimar estos límites, la propuesta del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR) de un “sistema de semáforo” para regular la producción de salmones en Chile, se basa en la evaluación del riesgo de perder calidad ambiental y salud de los ecosistemas, incluyendo la salud y bienestar de los peces en cultivo, considerando la información científica existente y disponible.

La propuesta se basa en la elaboración de matrices de riesgo para comparar todas las ACSs entre sí, y proyectar la gestión de la actividad apuntando a la reducción de riesgos ambientales y productivos. El sistema considera la utilización de información como la producción acumulada, uso de antimicrobianos y pesticidas. Además, para estimar el riesgo para la salud y bienestar de los peces en cultivo, se incluyen indicadores de mortalidad. Un elemento importante del análisis de riesgo está dado por los componentes de sensibilidad de los ecosistemas considerando factores oceanográficos y biológicos clave como la tasa de renovación del agua, niveles de oxígeno en el fondo, estratificación, historial de floraciones algales nocivas y proyecciones de cambio climático. Por otra parte, operando en base al principio precautorio, el análisis que persigue la evaluación y minimización del riesgo considera la exposición, es decir, la componente que podemos perder de biodiversidad y servicios ecosistémicos, asumiendo un máximo valor uniforme para todas las ACS.

Para elaborar las matrices de riesgo fue necesario organizar la información proveniente de y gentilmente entregada por diversas fuentes incluyendo instituciones públicas (información oficial; SUBPESCA, Sernapesca, IFOP) y privadas (INTESAL) con el fin de construir una base de datos que integra la información productiva, sanitaria, ambiental, oceanográfica y climática a escala de centros de cultivo y de ACS a partir del año 2010. Este esfuerzo requirió extensiva revisión, estandarización y ordenamiento de la información resultando como primer producto una base de datos cuyo contenido y arquitectura de información puede ser empleada para generar nuevo conocimiento a partir de ella, y además para la toma de decisiones públicas y privadas en forma rápida y oportuna.

Los resultados preliminares del análisis muestran un grupo de ACS con mayores niveles de riesgo ambiental y productivo. Los niveles de riesgo calculados se encuentran fuertemente influenciados por la historia productiva y gestión de cada área, factores oceanográficos y climáticos.  Los valores de riesgo tienden a ser más bajos en ACS con mayor influencia marina y hacia la Región de Magallanes. Si bien, las estimaciones solo representan riesgos comparativos, la información generada permite focalizar acciones para reducir el riesgo en aquellas situaciones más críticas y relevantes, mientras se puede explorar la posibilidad de incrementar la producción en áreas de menor riesgo.

¿Podemos usar estos niveles de riesgo para implementar un sistema de semáforo que regule la gestión de la salmonicultura y su producción por ACS?. La respuesta es afirmativa, pero el buen funcionamiento de un sistema como el propuesto requiere la validación fundada en una instancia de discusión participativa para decidir los niveles de riesgo aceptables y los puntos de corte o umbrales de riesgo tolerables para crecer, mantener, o reducir la producción de salmones en el ecosistema. Asimismo, y buscando la necesaria flexibilidad y soluciones adaptativas, el modelo propuesto involucra diversas medidas que pueden aplicarse en forma alternativa a la reducción de la producción frente a determinados supuestos. Así, por ejemplo, se estima que en ciertos escenarios sería factible disminuir el riesgo sin llegar a reducir la producción, mediante por ejemplo la reducción del uso de antimicrobianos y de los pesticidas.

Para validar el modelo de riesgo elaborado y las estimaciones generadas, es necesario llevar a cabo monitoreos ambientales en algunas de las ACS, especialmente en aquellas con mayores riesgos. Asimismo, se debe focalizar la atención en la identificación de variables de respuesta a escala de ecosistema.

Es importante señalar que, si bien el modelo de riesgo propuesto no involucra directamente riesgos asociados a impactos de escapes o de interacción con macrofauna, como lobos marinos, ballenas y otras especies, algunas de las variables consideradas en el modelo podrían utilizarse como indicadores indirectos, por ejemplo, la producción acumulada por área y su distribución en el espacio.

El modelo de riesgo que se presenta es simple, objetivo, y ha sido elaborado en base a la información científica existente, y es especialmente efectivo para orientar e integrar la reflexión y discusión dentro del ámbito público, del privado y de la sociedad civil, avanzando hacia una discusión público-privada en procesos participativos con visión de futuro y equilibrando los objetivos de desarrollo socioeconómico con los objetivos ambientales.  Ello permitirá orientar y coordinar los esfuerzos para monitorear, fiscalizar, investigar y mejorar la normativa actual, tendiendo a reducir los riesgos ambientales y productivos en tanto se incrementan los beneficios sociales.

Uno de los mayores desafíos de la propuesta del semáforo está asociado a que la reducción del riesgo en algunas ACS podría involucrar una redistribución de la producción de salmones en el espacio y en el tiempo, lo que implica un cambio en el modelo regulatorio actual de las concesiones y las producciones autorizadas, las cuales asociadas a sitios específicos sin mayor flexibilidad. De esta manera, aparece como condición necesaria para el funcionamiento del sistema la relocalización que permita trasladar producciones, en caso de ser necesario, hacia áreas con menor riesgo y mejores condiciones para el ejercicio de la actividad, con los resguardos ambientales y sanitarios correspondientes. La relocalización se ha visto obstaculizada por la aprobación y aplicación sucesiva de diversas normativas no coordinadas y con diversos enfoques, por lo que se requeriría de ajustes normativos y de la formulación de un objetivo compartido para asegurar su implementación efectiva. Se estima que ello será posible en la medida que la relocalización forme parte del modelo de semáforo para la producción que se orienta decididamente al ejercicio sustentable de la salmonicultura, fundado en investigación robusta, información objetiva y transparente y desarrollada bajo un marco de reglas conocidas y compartidas.

Asimismo, un modelo como el descrito anteriormente requiere de la realización de una serie de ajustes normativos que van desde la normativa reglamentaria y resoluciones a modificaciones legales, no siendo necesario que todas ellas se dicten e implementen al mismo tiempo. Así las cosas, es perfectamente posible prever una agenda de ajustes normativos que, junto con la puesta en marcha de experiencias piloto, permita ir validando el modelo en función de los resultados empíricos obtenidos y generar conocimiento y experiencia, de modo que los ajustes normativos de mayor profundidad, como los legislativos, se lleven a cabo cuando se disponga de información útil que oriente su diseño definitivo.

Con lo avanzado desde mediados del año 2018[1], la propuesta actual de hoja de ruta que nos hemos fijado como INCAR considera generar un acuerdo o instancia de cooperación con Sernapesca-SUBPESCA para transferir e implementar la base de datos y la arquitectura de información. Con ello se facilitará la implementación de un sistema de monitoreo integrado ajustado a los niveles de riesgo estimados.  Este sistema requiere de financiamiento y recursos humanos adecuados y necesarios para promover e incentivar decididamente una acuicultura sustentable, actualizada y orientada al futuro.

Además, es necesario:

  • Continuar los esfuerzos para mejorar la clasificación de riesgo ambiental y sanitario de las ACS y/o de cuerpos de agua relevantes con la mejor información disponible para representar la salud de estos ecosistemas.
  • Poner a prueba, explorar y validar puntos de corte del semáforo con una evaluación piloto, es decir, validar los valores umbrales que al ser traspasados generan los cambios de luces, las cuales finalmente representan el estado de salud del ecosistema. Por ejemplo, comparando dos ACS de riesgo alto con dos ACS de bajo riesgo usando algunos indicadores de respuesta del ecosistema que sean posibles de ser definidos.
  • Poner a prueba una implementación piloto del sistema de semáforo en al menos cuatro ACS, lo que implicaría ordenar la gestión productiva y tomar las medidas pertinentes para abordar los niveles de riesgo ambientales y productivos en los centros de cultivo involucrados de acuerdo las metas establecidas.
  • Elaborar una propuesta de plataforma comunicacional sobre el sistema de semáforo con información transparente, con amplia difusión y efectividad como una herramienta poderosa para informar a la opinión pública sobre la salud de los ecosistemas en los cuales se cultiva salmón.

En la propuesta de INCAR, el diseño específico, la implementación, y evaluación de un sistema de semáforo para regular la producción de salmones debe tener en cuenta los efectos socioeconómicos y las posibles oportunidades que puedan generarse a partir de las modificaciones regulatorias que se propongan.  Entre los elementos claves a tener en cuenta en el diseño y análisis de los efectos de un sistema de semáforo están la organización de la industria en sus etapas verticales (piscicultura, cultivo/producción, procesamiento, y comercialización), sus relaciones con otras industrias que le prestan servicios (alimentación, salud de peces, transporte, y otros logísticos), así como la configuración geográfica actual de sus operaciones.  De igual manera, el diseño y análisis de efectos de un sistema como el que se propone debiera considerar, entre otros aspectos, los potenciales impactos sobre la oferta de salmones (y productos específicos derivados), las exportaciones, y el empleo (directo e indirecto) y los ingresos de los trabajadores.

De manera preliminar es posible identificar que los efectos que puede generar el sistema como el propuesto dependerán de los siguientes elementos claves: a) el detalle del sistema de semáforos y sus implicancias específicas; b) la forma en que reaccionarán las empresas ante la modificación del marco regulatorio y la situación particular que ellas enfrentan, incluyendo sus actuales posibilidades de producción y uso del espacio geográfico ( ej. concesiones que mantienen distribuidas en varias ACS), y c) las relaciones entre la actividad de producción/cultivo con las otras etapas de la industria (piscicultura, procesamiento comercialización y otras industrias relacionadas). Finalmente, desde el punto de vista económico, es también relevante definir para la etapa de diseño, implementación y evaluación del sistema, los costos asociados (“costos de administración”) y asegurar su adecuado financiamiento.

El gran desafío de la acuicultura a nivel nacional es gestionar al sector equilibrando el avance hacia los objetivos de desarrollo sostenible, teniendo especialmente en cuenta la biodiversidad única de nuestros ambientes acuáticos y las amenazas derivadas del cambio climático.

El sistema propuesto requiere una inversión significativamente mayor en fondos para la investigación, monitoreo e implementación del sistema. Sin duda, nuestros ecosistemas y la acuicultura chilena se lo merecen.

Descarga el documento «Un semáforo para regular la producción de salmones a escala de ecosistemas con una evaluación de riesgo dentro del marco de Una Salud» aquí.

Otros artículos