Alberto Paredes y su cultivo sostenible de ostra chilena y japonesa

En el mes de mayo, parte del equipo de Partnerfish visitó y conoció las instalaciones de Ostras Chile, empresa que realiza el cultivo de moluscos en un entorno privilegiado y rodeado de aguas prístinas.

Por Pedro Barra Léniz, periodista, director de Partnerfish.

Alberto Paredes, biólogo marino, con más de 50 años de experiencia en el cultivo de moluscos,  es uno de los ostricultores más reconocidos de Chile y, por qué no decirlo, de Latinoamérica. Desde fines de la década de los 60, ha puesto en práctica sus conocimientos tanto a nivel nacional, como también en Argentina y Colombia, además de tener estudios especializados en Gran Bretaña. “Ahí enfoqué todo mi interés en cómo ser autosuficiente una vez regrese a Chile. Hice un postgrado en biología marina y acuicultura enfocado en técnicas de cultivo de moluscos”, explica don Alberto, quien después de algunos años volvió a Chile y comenzó a aplicar todo ese conocimiento, el cual le ha dado grandes frutos y satisfacciones. 

En conversación con este reconocido profesional, comenta que a su regreso al país, pudo trabajar por 5 años en un proyecto de las Naciones Unidas en los años 80, estudiando a especies como el erizo, el loco y la ostra. “Pero donde más nos abocamos fue en erizo, donde tuvimos grandes avances en la metodología para colecta de semilla y grandes producciones. Eso quedó hasta ahí y hasta hoy el conocimiento en la especie está casi igual, lamentablemente, al igual que en casi todo el mundo. Tenemos serios problemas de sobreexplotación y no estamos haciendo nada por recuperar el recurso”, reflexiona el productor calbucano.

Después de años de aventuras por distintos lugares, se radicó nuevamente en Calbuco, región de Los Lagos, de donde es oriundo, para instalarse con un centro de cultivo de ostras, en lo que fue una experiencia desastrosa en lo económico (fue estafado por un socio), pero enriquecedora en conocimiento. “A veces uno tiene la experiencia, pero no sabe comercializar. Y vender en un país como éste tiene muchas aristas, que te pueden hacer quebrar”, comenta. Sin embargo, perseveró en su idea y ha logrado tales avances, que pudo crear su propio sistema de cultivo y hoy sus ostras están presentes en las salas de ventas de la cadena de supermercados Jumbo, además de algunos restaurantes de la capital.

Panorámica de las instalaciones de Ostras Chile en Canal Quihua, sector Daitao, Calbuco.

Actualmente, Alberto Paredes es propietario de Ostras Chile, empresa que cultiva ostra chilena Ostrea chilensis y ostra japonesa Crassostrea gigas. Su centro de producción se ubica en un entorno privilegiado, en las orillas del canal Quihua, sector Daitao, comuna de Calbuco. Lo primero que impresiona al llegar a ese lugar es la belleza del paisaje, además de sus aguas prístinas, en las cuales, además de las ostras, es posible observar una variedad de especies, tales como almejas, choros, cholgas, picorocos, piures y algas. “La acuicultura de pequeña escala tiene muchas ventajas que la gente no ve, como la biodiversidad que hay debajo del agua”, dice Paredes, quien, por medio de su emprendimiento, también da trabajo a varios vecinos del lugar.

Y es que el cultivo de moluscos no es fácil, ya que requiere de una constante selección, limpieza y cambio de lugar de los ejemplares, que van variando de contenedor o sustrato de acuerdo a su crecimiento y tamaño. Un aspecto relevante es que este centro cuenta con su propio semillero de ostra chilena, lo que le permite tener continuidad en su ciclo, junto con poder abastecer a otros productores.

Sistema propio

El ciclo de cultivo de las ostras comienza con las semillas. Actualmente, Ostras Chile dispone de 2.500 colectores de semilla, que representan aproximadamente 500.000 individuos. “Podría producir más, pero la venta posterior es lo que complica”, acota don Alberto, quien también utiliza  la concha de la cholga como sustrato para fijar la semilla de la ostra. 

Cada línea tiene aproximadamente 25.000 ejemplares de éstas, mientras que cada tubo o bolsa de flujo forzado, un sistema desarrollado por el propio Alberto Paredes, contiene entre 220 a 250 ejemplares, que al llegar a tamaño adulto quedan en 120 unidades. Es decir, cada longline doble -o línea de cultivo-  tiene entre 250 a 300 bolsas, lo que representan entre 25.000 a 30.000 ostras a cosecha. 

Alberto Paredes mostrando el sistema creado por él hace varios años.

Y aunque la mayoría de los cultivos de ostra utilizan el sistema de linterna cuna para el desarrollo de moluscos bivalvos -como los centros de ostiones-, Ostras Chile creó su propio método para el crecimiento de las semillas con material HDPE, denominado “sistema Paredes”, por el propio acuicultor. “Ese otro sistema es más caro y más difícil de limpiar. En cambio, con este sistema, los individuos crecen más rápido, ya que el agua entra por debajo y sale por arriba, moviéndose tanto por las olas como por las corrientes”, explica don Alberto. Este sistema llamó bastante la atención en un congreso internacional de ostricultura, realizado en Francia hace más de una década (año 2012), por lo que Paredes estima que hoy también es utilizado en otros países productores de ostras.

Ciclo de cultivo

Dos años y meses, según cada especie, es lo que demora el ciclo completo de cultivo de la ostra. La primera etapa dura un año aproximadamente (semilla), una segunda etapa de engorda de otro año, para posteriormente trasladar los ejemplares a bolsas más pequeñas, donde crecen otros 5 meses, aproximadamente, hasta su cosecha. Sin embargo, la duración de todo el proceso varía entre cada especie: dos años aproximadamente para la ostra japonesa, mientras que el ciclo puede llegar hasta casi los tres años para el caso de la ostra chilena.

De esa manera, hoy Ostras Chile tiene una producción anual aproximada de entre 150.000 y 200.000 ostras japonesas, mientras que en ostra chilena entre 200.000 y 300.000 unidades. En cuanto al peso-carne de las ostras que cultiva Alberto Paredes, éste va entre 8 a 10 gramos, mientras que el peso bruto va entre 25 a 30 gramos la ostra chilena. “La ostra de cultivo tiene una ventaja enorme en peso-carne,  ya que tiene un 30% más que la de banco natural”, asevera el profesional acuicultor.

Así, actualmente, tiene ventas semanales de entre 2.000 a 4.000 ejemplares en cada especie (ostra japonesa y ostra chilena), entregando a un distribuidor de Santiago, además de un tercero que entrega a supermercados Jumbo. 

La importancia de la recuperación del recurso

A pesar del éxito del modelo de cultivo logrado por el propio Paredes, a punta de esfuerzo y perseverancia, aún tiene varios anhelos por cumplir. Entre ellos el recuperar la ostra chilena como recurso hidrobiológico. “Es importante que se haga un esfuerzo desde la autoridad con la ostra chilena. Tenemos que restaurar las especies nativas en los bancos naturales, como lo están haciendo en Europa y Estados Unidos, donde están haciendo este tipo de iniciativas incorporando mil millones de semillas a los ambientes naturales”, recalca, en medio de una interesante conversación una vez finalizada la visita a su centro de cultivo.

Según el especialista, la tecnología de producción de semillas de ostra chilena está desarrollada y “de un año para otro se puede producir un millón de semillas, y al año siguiente diez, treinta o cincuenta millones sin ningún problema. Eso hace que el recurso sea factible de restaurar, en lo inmediato”. Agrega que su mayor interés es que “la acuicultura tenga un componente económico social, para desarrollar las comunidades costeras y para recuperar los recursos naturales, ya que se extrae pero no se recupera», mientras afirma que la acuicultura puede ser «una forma importante de producir alimentos saludables , pero es importante que esto se haga minimizando el impacto en el ambiente en el lugar en que se realice la actividad».

Alberto Paredes es crítico al señalar que alguien tiene que asumir la responsabilidad -de incentivar la restauración de bancos naturales y la de Acuicultura de Pequeña Escala- «ya que el Estado no lo realiza o lo hace en muy baja escala con pescadores artesanales. ¿Qué sacamos con repartir 20.000 a 30.000 semillas a una agrupación de 20 personas? Es muy poco lo que se logra”, recalcando que las experiencias de repoblamiento a pequeña escala no tienen mucho impacto. 

En cuanto a la relevancia de recuperar los bancos naturales, alerta sobre la urgencia de su realización, dada la sobreexplotación a la que está sometida la ostra chilena. «Estudios recientes manifiestan las bondades saludable que tiene este recurso, como también su rol en el medio ambiente, ya que investigaciones recientes avalan que serían más interesantes que las algas en su ayuda del medio ambiente», enfatiza Paredes

A juicio del biólogo marino, el principal beneficio de la restauración de los bancos naturales radica en que, al incorporar semilla, esto ayuda a aumentar la biodiversidad del lugar, ya que la ésta también se transforma en alimento para otras especies. “En ese sentido, la industria del cultivo de moluscos es más sustentable que la de peces”, subraya el acuicultor, cuyo centro productivo se caracteriza por la pureza de las aguas que lo rodean y la calidad de sus ostras.

Lo anterior redunda en el exquisito sabor de sus productos, que perfectamente se pueden consumir al natural, sin limón u otros aditivos, lo cual fue posible comprobar literalmente “arriba de la lancha”. Un aspecto no menor es que no se utilizan productos químicos en el proceso, mientras que la variedad y cantidad de especies hidrobiológicas presentes en el entorno, dan cuenta de la calidad de las aguas donde se sitúa el centro de cultivo de Ostras Chile.

El sueño de llevar productos del mar a sector vulnerables

Cholgas, erizos, almejas y choritos. Son algunas de las especies que también se dan casi de forma natural en los alrededores del cultivo de Ostras Chile. Y Alberto Paredes, su propietario, tiene una idea para llevar esos productos a los sectores más vulnerables. “Pero para eso necesito una camioneta especialmente acondicionada para aquello. Hace años estuve en la ciudad de Padua, Italia, y pude ver cómo camionetas vendían productos del mar a gente que no tiene acceso por la distancia”, indica el ostricultor, quien plantea que debiese mayor incentivo del Estado para hacer realidad este tipo de iniciativas.

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